lunes, 17 de octubre de 2011

ERRONEAS O INTENCIONALES INTERPRETACIONES?

    Erróneas o intencionales mal interpretaciones llevan a confundir el papel de los sujetos sociales y a perjudicar el fin que los motiva. (Sobre todo al de los que Trabajan)

 El gremialismo, el movimiento obrero, la clase trabajadora organizada, la movilidad de la clase trabajadora y la sindicalización de las reivindicaciones obreras no son sinónimos, ni definiciones que se puedan equiparar entre ellas. Además históricamente en cada país tienen adaptaciones y distinciones particulares .Cada tipo de orgánica no es sustituible por otra, ni se pueden suplantar entre sí, ni tampoco decir que todo es lo mismo.  
    Los gremios surgen en Europa en la edad media (siglo XIII Y XIV) como unión del artesanado liberto para defender una misma profesión u oficio a fin de salvaguardar sus intereses, protegiendo los precios de su producción y la calidad de  su trabajo de los poderes de la época. Eran corporaciones de maestros, oficiales y aprendices de cada especialidad  (herreros, carpinteros, sombrereros, sastres, toneleros, panaderos, etc.) que obedecían a reglas precisas para encarar el proceso de la producción  y eran pasibles de multas severas por incumplimiento a lo específico de su tarea. Al maestro le correspondían plenos derechos; por lo general eran los dueños del taller, las herramientas y quien fijaba los precios; los oficiales eran los remunerados y los que reproducían controladamente la profesión.
     Cuando la industria se expande en Europa, sobre todo en Inglaterra, donde se origina la “revolución industrial”, la burguesía rechazaba el proteccionismo de los gremios medioevales, el colegiado del artesanado y el impedimento  a la libre importación  y comercialización; por lo que presiona para que supriman los gremios y se decrete la libertad de trabajo. Cosa que ocurre a principios del siglo XIX , pero se sigue manteniendo el  principio “ proteccionista “ para la industria interna ,tanto en Francia como en Inglaterra y en Los Paises Bajos, saliendo a imponer el libre comercio al exterior de sus fronteras para conquistar sin barreras  nuevos mercados comerciales.
    Las extremas condiciones de trabajo a que se someten los obreros industriales hacen emerger la primeras corrientes anarquistas europeas, que rechazan el nuevo estado dominado por el capital y la revolución industrial, oponiéndose a toda forma de sujeción estatal  y partidaria, aferrándose a un artesanado libre y hermanado, cuyos objetivos serían  distribuir la producción en base a necesidades de la población y sin cuerpos punitivos estatales de represión social. Interpretaban que los gremios originados en el medioevo dejarían de ser corporaciones pero funcionarían libremente en forma de asamblea pública, autogestionándose sin la necesaria tutela de la autoridad del estado.   
     Paralelamente se desarrollan también a principios del siglo XIX los promotores del socialismo utópico como cuestionadores al estado liberal burgués ante las crisis económicas,  las desigualdades sociales, el parasitismo de las élites y la expulsión del campesinado de las tierras cultivables (Owen, Saint Simon y Fourier : p/ eje). Como no consideraban  que era obligatoria la existencia de clases oprimidas como condición para la reproducción del capital  y que debían confrontar la brutalidad  y la exclusión a que las sometían los dueños del capital para paliar su miserable situación, sus propuestas no eran sostenidas por la mayor parte de los obreros industriales que debieron radicalizaron sus luchas con el surgimiento de los primeros sindicatos a través de huelgas, concentraciones y movimientos de resistencia. A diferencia del anarquismo, los socialistas utópicos sostenían que el rol del estado era orientar la propiedad hacia el colectivismo y que este garantizara la dirección  del la propiedad a quien mejor la utilizara. Además proponían eliminar la nobleza y los ejércitos realistas heredados por métodos pueriles que nunca aceptaron.  Sus teóricos contribuyeron al análisis de  la teoría del valor de los bienes y al valor de la fuerza del trabajo (jornal)  y a como se acrecienta el capital de manera que fueron desnudando las verdaderas fuentes del capitalismo. En este momento histórico surgen en Inglaterra los primeros modelos asociativos cooperativistas y el laborismo como movimiento político de base sindical que procura reformas en las representaciones parlamentarias para que se traten los derechos emergentes de los trabajadores industriales. Este, más tarde se extienden a otros países como Labour Party( Laborismo ).                                                                                                                                             Los gremios que reunían patrones, técnicos y obreros  por oficios surgidos en la estructura feudal fueron con el tiempo cayendo en desuso salvo en la restauración de regímenes totalitarios corporativistas .
    A mediados del siglo XIX se concreta el estudio científico del capital y las contradicciones de clases del sistema capitalista; así también se analizan las consecuencias de la revolución industrial en Europa. Carl Marx junto a Friedrich Engels elaboran la teoría del socialismo científico sobre la base del modo de producción dominante y  la lucha de clases que este desata en la economía política del viejo continente. Sostienen que las condiciones materiales imperantes y el desarrollo de la economía determinan las relaciones sociales. También que a medida que se desarrolla el modo de producción capitalista, este entra en conflicto con las relaciones de producción que genera, produciendo ciclos permanentes de crisis y que solo mediante procesos revolucionarios dirigidos por  un partido de la clase obrera, esta puede acceder a su emancipación, desintegrando al estado que la oprime. Estos  últimos conceptos subordinan los movimientos de masas y a los sindicatos a las políticas partidistas, razones que son propias a los mundos europeos, pero no trasladables mecánicamente a otros continentes, donde la realidad nacional no concordaba con la historia sujeta a las corrientes migratorias del siglo XIX y XX provenientes de Europa,. 
   En América la mayoría de los partidos tanto originarios o derivados del socialismo y el comunismo presentaron insalvables incoherencias entre sus proyecciones estratégicas, sus interpretaciones de los hechos históricos y las alianzas transicionales o tácticas; esto contribuyó a dispersar las acciones que movilizaban a las masas. Además mistificaron el historial arrastrado de las luchas europeas en perjuicio de los movimientos americanistas, a los que siempre menoscabaron, considerándolos subordinados a intereses finalmente burgueses por prejuicio, incomprensión o soberbia.
     Otro factor que influenció en la rebeldía  y que intervino en la movilidad de las masas obreras procurando  su organicidad fuera de las instituciones religiosas, fue que tardíamente en Europa, la Iglesia romana elabora una doctrina social, y debió hacerlo presionada como consecuencia de las graves injusticias que padecen los trabajadores, ocasionadas por la revolución industrial.  En el siglo XIX la curia aún sostenía a las castas absolutistas y a su potestad territorial, condenando a los movimientos revolucionarios y sus ideales. Recién el 15 de marzo de 1891 con León XIII  se manifiesta la Carta Encíclica “Rerum Novarum” para contener el decaimiento de la credibilidad en la iglesia sobre todo en poblaciones donde abundaban obreros y campesinos. El estado misérrimo y la exclusión social de cuantiosas masas humanas con disponibilidad de mano de obra abonaron sobrados motivos de rebeldía, en las cuales la raigambre cristiana de los sectores empobrecidos entraba en conflicto con las autoridades de la iglesia católica; situación que influyó a que progresivamente sectores del bajo clero que se inclinaran hacia ideales revolucionarios; sobre todo con la aparición de los curas obreros.  Esta encíclica apoyaba el derecho laboral,  y era permisiva a las uniones o sindicatos, siempre que se respetase la propiedad privada  y no se pronunciara el enfrentamiento entre clases sociales y entre el estado y la iglesia.                                                                                                                      Su prédica social era de armonía entre pobres y ricos o entre tenedores y desposeídos pese a que reconocía la existencia de clases sociales y de intereses económicos divergentes entre el capital y el trabajo. Además al considerar el derecho de propiedad y a la diferencia de fortunas como condiciones propias a la naturaleza humana, daba posibilidad a que el lucro abusivo solo fuera condenado moralmente y que el poder económico condicionara arbitrariamente la vida laboral y la cuantía del salario.
    Las concepciones de la Carta avalaban la existencia de asociaciones entre sindicatos, patronos y gobernantes, “siempre que la plebe se mantenga dentro de los límites del deber”. Estas sociedades al igual que los gremios del medioevo en muchos casos dieron lugar a la formación de corporaciones y a élites políticas despóticas (nacionalismo conservador). Los sindicatos que adoptaron estas doctrinas chocaron con serias dificultades para explicar los prejuicios esgrimidos hacia el socialismo europeo, y además de  ser considerados como parte del poder político dominante al ser vistos como partidarios del conservadorismo cultural, ya que la Encíclica sostenía: “ no se puede igualar en la sociedad civil lo alto con lo bajo”, “…todo es vana tentativa contra la naturaleza de las cosas”      ( se refiere lo anterior al ideario  de igualdad en el punto 13 de la Carta).                                                                                Estas razones  no les permitieron a este tipo de encuadre sindical desarrollarse en regímenes democráticos industrialistas donde predomina la libertad de cultos y de pensamientos. Un ejemplo de exposición conflictiva de la Encíclica lo vemos entre el punto 25 que dice “…la riqueza nacional no proviene de otra cosa que del trabajo de los obreros” y el punto 28 que dice “…mantenerse a la plebe dentro de los límites del deber”, o sea el que nació plebeyo, muere plebeyo.(dicho de otra manera :” El que nace obrero, morirá siendo obrero por deber impuesto”.  
    Las concepciones expuestas surgidas con la revolución industrial del siglo XIX en Europa influyen notablemente en las direcciones sindicales del siglo XX.
    Aunque se asocie a las organizaciones sindicales con el movimiento  obrero a nivel mundial, este las precede y sus primeras expresiones fueron espontáneas, por causa común y opresiones insoportables de regímenes totalitarios.
    Los orígenes del movimiento obrero en América se manifestaron en las rebeldías contra el abuso de las encomiendas y mitas en las minas, donde murieron centenares de miles de nativos; como dice la canción popular: ( “ aunque mi amo me mate yo a la mina no voy”), y en la prisión laboral de los obrajes, yerbatales, cafetales y haciendas. En el caso de Brasil este se condensaba en el movimiento abolicionista contrario al trabajo esclavo y con la aparición de aldeas libres (kilombos) 
   La adhesión  masiva de los indígenas del Alto Perú a las campañas libertadoras contra los realistas españoles se explica con razones a partir del ultraje laboral a que eran sometidos sobre todo en las minas, como si fuesen bestias de carga si derecho a protesta. Así lo demuestran los primeros juicios públicos  del joven abogado Mariano Moreno contra estos genocidios llevados a cabo por los explotadores de oro y plata del Potosí,  y los manifiestos de Bernardo de Monteagudo en los levantamientos de Chuquisaca. Claro es al respecto San  Martín cuando impulsó la condena a la esclavitud en  la asamblea del año XIII  y en su liderazgo en la guerra por la independencia al referirse a la libertad cuando dice: “Luchamos contra el prejuicio, la beatería y la opresión”. Además su campaña libertaria movilizó la actividad laboral  al promocionar la economía de Cuyo con recursos propios en 1816, sentando las bases de una emergente industria de abastecimiento al ejército sin perjudicar el resto de la actividad económica regional.
    Donde más se expresó la movilidad de los trabajadores, campesinos, técnicos y el pueblo todo fue en la defensa del estado soberano del Paraguay (gobernado por Solano López) durante el criminal ataque de la Triple Alianza (1865-1870) ( Imperio del Brasil, Gobierno oligárquico argentino del general Mitre y Partido colorado uruguayo de Venancio Flores, apoyados por Inglaterra). Este genocidio atroz al igual que cometió el brutal Imperio Romano contra los cartagineses, costo la vida de más de 900.000 pobladores paraguayos, destruyó un estado independiente que había nacionalizado la industria maderera, yerbatera y tabacalera; que creó la enseñanza obligatoria y los “montes de la patria” (tierras públicas al servicio de los habitantes), además distribuyó herramientas de labranza entre los trabajadores del campo, repartió tierras y útiles entre indios capaces, distribuyendo haciendas entre gente humilde. Se crearon astilleros, fundiciones y tecnologías para el transporte ferroviario, el telégrafo para las comunicaciones, etc. Al igual que Belgrano en Argentina promovieron las escuelas de oficios y artes, etc. Estos procesos industriosos del Paraguay coinciden en la práctica con los proyectos nacionales de Mariano Moreno expuestos en su Plan de Operaciones de 1810. Ambos hallaron inmediata resistencia por parte de los comerciantes ingleses. ya que generaban recursos humanos calificados para la actividad laboral  con conocimientos aportados libremente por profesionales europeos contratados, sin necesidad de someterse a la dependencia extranjera. Estos eran verdaderos motivos para la movilización de las masas en defensa de su soberanía. Por esto y por su proteccionismo contra el comercio forzado y el liberalismo de mercado que exigía Inglaterra es que su patria fue arrasada; episodio morboso que la historiografía liberal euro-dependiente ocultó vergonzosamente en toda América.
   Estos ejemplos rescatados muestran que los movimientos de las clases laboriosas preceden en América a la sindicalización de las demandas obreras y que se expresaban como sociedades patrióticas en muchos casos o mediante líderes regionales representados por caudillos, ya que el sometimiento integraba amplios sectores de las sociedades emergentes que luchaban contra la opresión y el servilismo. Aún hoy la existencia de los movimientos en América indican la incontinencia sindical para abarcar todos los reclamos sociales y políticos que emergen de las crisis del capitalismo dependiente y que afectan los derechos de los trabajadores. Esta es una de las razones por las cuales atribuirle solamente el nombre de “movimiento obrero organizado” a los afiliados sindicales y a sus circunstanciales direcciones hagan limitadas el alcance de las luchas ya que coloca solamente en las manos de sus dirigentes circunstanciales el futuro de sus aspiraciones, dejando de lado  otros beneficios que corresponden a otras áreas del estado. En los movimientos nacionales comprometidos a encauzar `proyectos nacionales y americanistas mediante políticas de estado están las herramientas que posibilitan acceso a las masa trabajadora a participar de las decisiones políticas y económicas, en estas condiciones es cuando los sindicatos pueden salir del marco resistente y economicista al de condicionar la forma de redistribución de los recursos económicos y sociales.
    En Europa los acontecimientos revolucionarios de 1848 en Francia repercutieron en todo el continente. Aunque sus objetivos fracasaron  por el oportunismo de las alianzas, de aquí  emerge un nuevo actor social espontáneamente, que reclama su participación política en los actos constituyentes y democráticos contra las extenuadas monarquías y sus privilegios de clase; y este actor no circunstancial es el movimiento obrero.
    En 1871 otro acontecimiento social sacude Francia y a toda Europa: se trata de la insurrección parisina contra la ocupación prusiana y la restauración monárquica. Los trabajadores que se habían alistado en la Guardia Nacional  toman el control de la ciudad, estableciendo la asamblea como organismo de acción política, autogestionando la producción de las fábricas abandonadas y resolviendo  la crisis alimentaria y de alojamiento. Esta decisión coloca al movimiento obrero como principal gestor político hasta que es duramente reprimidos por no encontrar respaldo efectivo en el resto del territorio francés.
   La irrupción del movimiento obrero cuando pudo imponerse a los estados de exclusión y al liberalismo económico, produjo con el tiempo cambios sustanciales  en el significado de las libertades democráticas, en el derecho de propiedad y en las relaciones económicas y sociales; sobre todo en el rol que los movimientos sociales  le asignan al estado en la consecución de las metas propuestas en sus proyectos nacionales( redistribución de la riqueza, ingresos salariales adecuados como base de la movilización de la economía, restricción a los monopolios (que son los principales motores de la inflación) ; educación , capacitación y recursos tecnológicos para todos los habitantes; lograr la participación y formar parte en el control de la administración de los recursos naturales, etc., en sostener la igualdad como base de la justicia social e impulsada como su política de estado; en los sindicatos y los delegados como representantes naturales de los trabajadores  ante los abusos empresariales de todo tipo; en la salud pública como garante de la vida y de la atención compleja, etc.) .
 De tal manera que la prosperidad de un estado libre este íntimamente ligada al igual que sus derechos humanos, al grado de integración política y económica de las clases laboriosas, como así del desarrollo de las economías sociales como alternativa ante la especulación  financiera e industrial del agónico capitalismo libremercadista.
   Los sindicatos han sido una asociación de autodefensa imprescindible de la clase trabajadora al desarrollarse el capitalismo y la gran industria, Surge  como herramienta para obtener sus reivindicaciones económicas contra el abuso y la intolerancia patronal y la sobreexplotación de los regímenes subalternos al expansionismo del capital financiero. Amanecen a principios del siglo XIX como sociedades de resistencia o mutuales, pese a ser reprimidos sus asociados sobretodo tras duras huelgas, movilizaciones y tomas. Son legitimados por primera vez en Inglaterra a partir de 1830 para luego ser aceptados en muchos países industrializados, pero las distintas corrientes partidistas (sindicalistas, anarquistas, socialistas, comunistas etc.) los fragmentaron, debilitando sus objetivos; aunque nunca dejaron de ser un pilar fundamental en las estructuras del movimiento obrero.
    Su accionar iniciado como asociación de resistencia y caja solidaria expuso la frágil situación de los trabajadores ante el poder político y lo mal que estaban respecto de las élites gobernantes, aunque fueran obteniendo tras persistentes luchas importantes conquistas en la seguridad social de sus afiliados. Esto también demostró los límites políticos de su estructura para terminar con la situación inestable de los asalariados por su condición de variable de ajuste del sistema y de las ganancias empresarias. Esto debido al lucro y la concentración incesante  que el capitalismo promueve de la producción industrial. Y que se agravó con las crisis interminables del sistema y el neoliberalismo, que no encontró soluciones a la exclusión social.  Los sindicatos ponen barreras a la avaricia del capitalismo pero no pueden cumplir con todas las reivindicaciones exigidas en procesos de alta movilidad y organicidad de la clase trabajadora sobre todo cuando se amplia su marco de libertades.
    Por lo precedente, son infundadas las corrientes obreristas de izquierda que subordinan los sindicatos afines a sus  partidos, pero pretenden por otro lado contradictoriamente un sindicalismo revolucionario “autónomo” que a través de una huelga general “revolucionaria” derroque al sistema vigente por el solo hecho de estar protagonizada por obreros sin analizar el objeto del estado y las movilizaciones políticas del resto de la sociedad. 
  En América Latina la movilidad de la clase obrera, la pluralidad de procesos productivos y la incorporación de nuevos  sujetos sociales, básicamente surge de políticas participativas implementadas desde el estado, cuando son orientadas responsablemente por gobernantes populares  hacia Proyectos Nacionales, que incorporen incondicionalmente en las decisiones económicas y soberanas  a las masas que hasta ese momento carecían de derechos y  condiciones materiales para ejecutarlas. Esta situación  surge cuando se liberan de la dependencia extranjera y de su capacidad, libertad,  organicidad y conciencia dependerán la estrategia de objetivos y la naturaleza positiva y elevada de sus logros. El ascenso social no significa dejar de trabajar, sino la inclusión de ambos géneros humanos participando en pleno derecho  y con responsabilidad en la distribución de la riqueza, calificando los recursos humanos ante la expansión del bienestar general y la prosperidad de la cultura nacional.  La desocupación y la pobreza no son causas naturales de una humanidad que nació imperfecta, sino en parte son situaciones provocadas por la concentración de recursos, poder y tecnología en clases parásitas que utilizan el estado, los recursos naturales, las finanzas y las comunicaciones exclusivamente en su propio beneficio.   
    En este marco, los sindicatos que adhieren a los proyectos nacionales y populares, serán el soporte básico para la plena vigencia de la justicia social en las condiciones laborales de todas las ramas productivas, además sus direcciones serán políticamente responsables por la representación que les concierne, de la subsistencia innecesaria e injustificable de la precarización laboral y del incumplimiento de los convenios.  Pero no todos los sindicalistas son líderes sociales, representantes actualizados o caudillos de las demandas laborales, por lo que su posicionamiento hacia políticas de estado esta sujeta a refrendarse democráticamente  ante la sociedad como prueba de compromiso con la movilidad obrera y su pertenencia cultural a esa clase social.   
    La pluralidad de modalidades productivas refrendadas socialmente por necesidad, sobre todo las que surgieron como respuesta a la catastrófica desocupación producida por el neoliberalismo y a la exclusión violenta de toda modalidad económica que no acuerde con las mismas del capitalismo internacional; que desecha las economías regionales relegadas, negando sostén de pequeños productores, marginando la posibilidad de cooperativización de servicios básicos y recursos a comunidades relegadas, etc. , son y serán alternativas laborales y económicas que ningún proyecto nacional puede eludir ni dejar de promocionar y proteger.

 Además sus sostenedores deben gozar de un marco de garantías tecnológica, promocionales y de seguridad social  de parte del estado para poder abarcar también la gran industria; razón esta de la organicidad obrera en la planificación industrial de nuevas economías de Argentina.     
    Estas empresas de nuevos sujetos de carácter asociativo y comunitario, de economía social o solidaria, comunales, mutualistas, cooperativas, ONGes, etc., aunque no se relacionan estructuralmente en la modalidad capitalista obrero-patronal o asalariado-sociedad empresaria pero que producen bienes de servicio y de transacción social con similitud de calidad o aún mejores que los de la industria tradicional (rentabilidad de mercado y maximización de beneficios) en la mayor parte de los casos sus emprendedores no necesariamente deben ser asociados a los sindicatos para la defensa de sus intereses y actividades  Solo en escasos ejemplos, por profundizar experiencias productivas en épocas de crisis, los sindicatos incorporaron a las cooperativas solidariamente por su rama industrial-( Sind. Gráfico p/e-), porque la mayoría de los gremialistas no acertó o disiente con su encuadramiento, por no saber contenerlos o por considerarlas conflictivas por su autonomía en la producción.
  Pero los que sí deben sostener a estas iniciativas de producción con trabajo y rentabilidad compartida son los estados nacionales, promoviendo y asegurando su naturaleza, además de contenerlas con seguridad jurídica y garantías de estabilidad sustentable y seguridad social.
 El logro de estos objetivos depende  de la organicidad obrera en las estructuras del estado donde deben accionar sus proyectos. Esto es indelegable porque es desde el estado  donde  se asegura la obligación política de otorgar el derecho a acceder a una labor digna y responsable a todos campos de la actividad a sus habitantes sin privilegios de clases, movilizando los recursos humanos y de tecnología en toda  su capacidad.  
     Estos últimos aspectos nos hacen apreciar que los partidos en América segmentan, en cambio los movimientos unen y asocian diversos actores sociales con una pluralidad de concepciones pero con ideales de justicia comunes. 
     Contemplando el caso Argentino previo a los acontecimientos del 17 de Octubre de 1945, una importante cantidad de trabajadores provenientes de las corrientes inmigratorias europeas de ciudades industrializadas, no comprendían el carácter anticolonial de las luchas obreras y populares en América, de manera que se aislaron de la problemática social que heredaba el país  en su condición de estado dependiente, y sobre todo en su interior profundo. Las clases que detentaban el poder económico y político local
fundamentalmente eran una combinación de burguesía comercial con latifundistas exportadores subordinados a Gran Bretaña   (pseudo aristocracia u oligarquía), que no estaban entusiasmados con la industrialización. Razón por la cual los sindicatos tenían serias dificultades para unificar criterios de acción por no distinguir la naturaleza de las penurias populares que no siempre se dirimían en conflictos obrero-patronales (burguesía vs. proletariado).
 El peronismo ya en su amanecer como movimiento político por el año 1943 es quien nacionaliza la condición del trabajador y lo inscribe en una movilidad social sin precedentes, además de otorgarle derechos laborales y sociales con impulso de la sindicalización. El nuevo sujeto social es el movimiento obrero organizado como columna vertebral de la EXPANSIÓN INDUSTRIAL (era el  generador del valor agregado y tendía a ser el principal consumidor de bienes) para alcanzar las metas de un proyecto nacional con justicia social.  La expresión política del movimiento de masas era el gobierno democrático de Perón y es este quien tomaba la conducción de los objetivos revolucionarios emprendidos con los cuadros que lo sostenían,   pero sin preveer golpes ni regresiones colonialistas, ni que la propia burguesía industrial ascendente en la economía peronista junto a la cúpula eclesiástica sostenida inicialmente, conspirarian luego abiertamente contra sus benefactores ( por los beneficios que les otorgó el gobierno).          Como antecedentes de comportamientos sindicales previos al 17 de octubre de 1945 se evidenciaron serias divergencias ideológicas y de objetivos, ya gran parte de sus direcciones no preveían la gran movilidad que provocaría la prisión de Perón y la  amenaza de anulación de las conquistas laborales y salariales que ya habían obtenido a partir de 1943.  De manera que mientras aún debatían los pasos a seguir, centenares de miles de trabajadores espontáneamente se empezaban a movilizar hacia Plaza de Mayo.
El paro y movilización emergente era ya un hecho irreversible que había trascendido al marco del sindicalismo contestatario y partidista. No era el sindicato en sí lo que fracasaba sino las meta políticas de  gran parte de sus dirigentes.
    Tanto Raúl Scalabrini Ortiz como J.D.Perón observaron en sus viajes al mundo europeo la diferente naturaleza de sus sociedades y de su organización socio- económica como política respecto de las americanas. Especialmente comparando las divergencias entre las democracias elitistas, y el nacional-socialismo corporativista respecto de los movimientos populares americanistas. El primero pudo desenmarañar la estrategia colonial británica y de quien debíamos liberarnos, el segundo intuye claramente que el movimiento obrero, organizado tras un proyecto de industrialización nacional, es el sujeto social de la emancipación Argentina y además como la clase trabajadora puede acceder democráticamente al reconocimiento de sus derechos por el estado con el pueblo movilizado.
    Tanto fracciones importantes del anarquismo, como del ideario socialista y del cristiano, al ver los logros sociales de un nuevo estado popular emergente en 1945, inesperado y desconocido para sus concepciones euro-céntricas (siendo este pionero en América por la cuantía de derechos sociales reconocidos y sostenidos), no vacilaron para sumarse desde el origen al movimiento nacional y a la defensa de sus conquistas sindicales. Esta cualidad plural de filosofías convergentes produjo en los hechos que no se constituyese una única teoría interpretativa del proceso transformador y de sus consecuencias, aunque era necesaria una unidad de acción para cumplir con los objetivos proyectados desarticulando cualquier posibilidad de restauración de poderes reaccionarios. En el plano sindical, por esto se procuraba una sola CGT, aunque esto no convalidaba que los cargos jerárquicos sean eternos. sino que siguieran claros procesos  democráticos refrendados por las bases del movimiento obrero(delegados, familiares, profesionales asalariados, capacitadores, asesores sociales y culturales, etc.), que son quienes deben establecer las condiciones políticas.
     La restauración del liberalismo oligárquico, la derogación de la constitución del 49 y la cooptación de parte de la dirigencia sindical por parte del golpismo militarizado de 1955 y de 1966 no bastó para imponer un nuevo modelo de dependencia perdurable, porque a partir de 1976 se necesitó planificar un genocidio el con el fin de destruir el movimiento obrero y a la intelectualidad rebelde para poder instalar el neoliberalismo. Este objetivo para cumplirse necesitaba del ejercicio del terrorismo de estado con métodos increíblemente sádicos y sanguinarios ( estos recursos extremos del capitalismo salvaje también mostraban que entraba en una crisis terminal ) Es decir que el estado no desapareció como algunos sostienen, sino que se extinguió solamente para los  empobrecidos, marginados y a los que quedaban afuera del “mercado”; porque desde ese momento el estado y sus bienes pasaban a ser propiedad exclusiva de los grupos económicos del capitalismo internacional sin fronteras, que no necesitaban exhibirlo mas al público para que este no tenga donde y a quién reclamar bienestar. Esto dio lugar a lo que se llamó “patria contratista” en la cual el estado pasó a ser sostenedor de los fondos buitres y de los comisionistas de inversiones.
   El neoliberalismo o liberalismo financiero internacionalizado es la política económica donde la especulación monetaria y financiera prevalece sobre la actividad productiva y su renta, y donde se exime al “estado” de su responsabilidad en las políticas públicas, de asistencia social, de regulación económica, de promoción  industrial y asistencia al trabajo. La evasión impositiva, la declaración parcial de las ganancias, las ventas en “negro”, los contratos “precarios”, etc., son maniobras propias de los grupos económicos concentrados y de especuladores financieros exacerbadas por el neoliberalismo que le permite la fuga de capitales disfrazándolas con contabilidades “empobrecidas”.    
  Las primeras reacciones en argentina contra esta fase del capitalismo internacional fueron marginales, porque el sindicalismo en gran parte domesticado por perversión, solo cumplía roles testimoniales y el contestatario careció de metodologías eficaces de reacción. Además como la meta era forzar la desindustrialización  para apoderarse  sin resistencia de los productos primarios y de las empresas del estado, la táctica de presión de los sindicatos hacia los empresarios para luego negociar, fracasaba.
 Los límites de la acción sindical no son reemplazables por un partidismo clasista u obrerista, pues se necesita la organicidad permanente del trabajador en las políticas de estado y su inclusión no debe depender de la aparatología electoral.  El sindicato gráfico ha sido casi la excepción al abarcar empresas recuperadas, por haber igualado la condición de los trabajadores de las empresas cooperativizadas a los que están en  relación de dependencia, en los beneficios de su obra social y en la temática de los derechos ya constituidos por acción de sus emprendimientos.
 Fueron escasas las acciones organizadas que pudieron cubrir las espaldas de los desocupados por su alarmante proporción, apareciendo numerosos intermediarios en los miserables subsidios arrancados por la crítica desocupación, siendo estos agentes verdaderos parásitos sociales de la pobreza y la desesperación. Hasta esto se tercerizaba por derecha o por izquierda. La acción del “punterismo” y el pseudo revolucionarismo ante la exclusión social, en la mayoría de los casos solo encubrían la ausencia del estado neoliberal en políticas públicas.
    La rebelión social de finales del 2001 principalmente contra los  gobiernos títeres y la ineficacia total de la partidocracia sumisa y entreguista, posibilitó por descarte el ascenso presidencial de Nestor Kirchner que rejuveneciendo propuestas populares encausa nuevamente un movimiento nacional que parecía condenado a la desaparición, demostrando que el país fue víctima de un despojo brutal e institucionalizado sostenido vilmente por un aparato comunicacional monopolizado que amordazó la opinión pública.
 La política de inclusión social y de sostén de nuevas economías sociales evidencia que nuestros  recursos humanos, tecnológicos y naturales eran y son uno de los más calificados de Suramérica, demostrados por la inesperada y eficaz recuperación de nuestra economía.
 Pese a la desaparición física del ex- presidente y a un aparato conspirativo reaccionario llamado tímidamente “oposición” que contiene todos los viejos poderes que sostenían la dependencia estructural, su proyecto fue enérgicamente enarbolado por Cristina Fernández, comprometiéndose políticamente a profundizarlo.
 Esta tarea consideramos que requiere de un movimiento, orgánicamente y concientemente estructurado, que evite la dispersión partidista y burocrática de la extraordinaria voluntad del  pueblo argentino, que será garantizada con la incorporación institucional infaltable de los nuevos sujetos sociales y políticos al estado, refrendados por una adecuada Ley Fundamental.
          
                                                                La Organicidad Obrera
                                                                C. K.  art. Editorial